sábado, 4 de febrero de 2012

¿Los gays pasaron a la derecha?

Entrevista: Didier Lestrade • Activista, escritor y periodista
¿Los gays pasaron a la derecha?
El activista francés argumenta en su nuevo libro que los homosexuales contemporáneos cambiaron el espíritu progresista por el consumismo y la superficialidad.

2012-01-29•El Tema


Foto: Milenio
En Francia, al igual que en México, este año es de elecciones presidenciales. La coyuntura política la aprovechó Didier Lestrade, activista, periodista, escritor y fundador de la organización en la lucha contra el sida Act Up París, así como de la revista Têtu, para presentar el libro Pourquoi les gays sont passés à droite (Por qué los gays pasaron a la derecha, Paperback, 2012), en el que critica el estilo de vida gay contemporáneo por considerarlo superficial, consumista y estático, características que asocia a los movimientos políticos conservadores.

En entrevista con MILENIO JALISCO, Didier Lestrade comenta que decidió escribir la obra porque encontró en ella potencial mediático, y que la idea que tuvo desde el principio fue la de hacer un ensayo corto, fácil de leer, con el punto de vista de un gay que analiza lo que no va bien con los homosexuales y que toma como testigo al resto de la sociedad. “Creo que si el texto hubiera sido escrito por un heterosexual se habría tomado como un acto de homofobia”, explica el autor, y al tiempo agrega: “El tema me interesa porque es el centro de trabajo que desde hace tres años hacemos en la página web minorites.org, la cual busca dar a conocer el punto de vista de las minorías sobre diversos tópicos”.

Lestrade señala que el título del libro denota la evolución sin precedentes de la palabra gay, que, desde su punto de vista, se ha hecho más xenófoba y egoísta. “Esto se debe a que vivimos en una sociedad cada vez más individualista y consumista. Es tiempo de dar a la gente LGBT su función progresista, de personas que van por delante de las otras minorías y de dejar de acusarlas de todos los males de la humanidad”.

Aunado a esto, el francés asegura que en gran parte del mundo se vive una situación similar. “Todos los medios gays tienen la misma actitud: compra esto y olvida aquello. El trabajo político no es tomado en cuenta, nos mostramos como víctimas en el combate militante, pero la idea es no hacer mucho ruido. Ser gay hoy en día es pensar en si mismo, ir de compras y de viaje. Nos comportamos como ricos aunque muchos de nosotros seamos pobres”.

¿Para usted es una contradicción ser gay y de derecha?

No, respeto completamente a los homosexuales que lo son. En el Gay Parade de París hay un grupo de ellos y estoy convencido que tienen el derecho de manifestarse. Soy de izquierda pero sé que siempre han existido los gays de derecha. Durante los años 50 y 60 la mayor parte del medio cultural homosexual francés era conservador, por ello no veo contradicción alguna. Sé que resulta ilógico, pero la política es libre y tenemos el derecho de escoger lo que mejor nos venga.

¿Qué es para usted el homonacionalismo?

Es ver la homosexualidad a nivel local, a nivel de país. Es rehusarte a ver que la agenda homosexual es internacional. Por ejemplo, lo que se obtuvo en India cuando se despenalizó la homosexualidad repercutió en el mundo entero. También es el utilizar la homosexualidad como algo que sirve para atacar a otros países, como lo que pasa actualmente en Israel, donde el activismo pro LGBT es empleado para denigrar a los árabes. Utilizamos el hecho de ser gay o lesbiana para atacar a los otros. Es la primera vez en la historia que esto se aprovecha para considerar que nos encontramos en una posición superior frente a los otros.

En el libro opina que el racismo y la intolerancia ganan terreno en el medio homosexual, ¿por qué?

Porque el racismo siempre ha existido. En las puertas de los clubes, en los lugares de ligue, en la calle. Los gays ven a los otros solamente como objetos de deseo, pero desear a un negro o a un árabe es diferente, se tiene que ser correcto. No debemos olvidar que en la sexualidad ciertas minorías étnicas son muy maltratadas, porque desde hace años atacamos a los árabes sin cesar, ya sea por cuestiones religiosas o simplemente porque son árabes. Actualmente la extrema derecha abre sus brazos a los gays para defenderlos de los negros y de los árabes. Hace falta denunciar esto, porque es contrario a la agenda LGBT, contrario al ideal gay, contrario a todo lo que nos ha hecho felices y orgullosos de ser homosexuales.

¿Qué piensa de la militancia gay contemporánea?

Estoy muy decepcionado, sobre todo de la francesa. Es muy ligera, nada radical. El movimiento LGBT espera que la izquierda gane las elecciones presidenciales pero tiene pocas ideas.

¿Piensa que las nuevas generaciones son menos militantes que sus antecesoras?

Sí, eso es evidente, pero tenemos que comprenderlo porque el clímax del activismo tuvo lugar en los años noventa y los jóvenes se enfadan cuando les hablamos de esa época dorada del militantismo, cuando las cuestiones homosexuales y las cuestiones sobre el sida se fusionaron para combatir la enfermedad. Los jóvenes son muy diferentes y no han encontrado su lugar en la sociedad, pero la generación que nació durante los años noventa va a ser la más brillante de todas, puesto que esos jóvenes tienen casi todo comprendido. El único problema es que están poco informados sobre las infecciones de transmisión sexual y eso es grave.  

 ¿Cómo ve el futuro para la comunidad LGBT en el mundo?

Vamos en buena dirección. Es inevitable. Tengo 54 años y por ello sé cómo se ha evolucionado. Está bien, pero no vamos muy rápido, hay mucho qué hacer y comprender todavía en mi país. Pero en los países jóvenes avanzan más rápido que nosotros. Como en el caso de América Latina, las cosas han cambiado notoriamente. Hace falta concentrarnos en los países que nos necesitan, como los africanos y los árabes, porque los gays y las lesbianas también existen ahí, al igual que los trangéneros. Hace falta que dejemos de señalarlos sin cesar. Hace falta ayudarlos, exactamente igual a como Europa fue ayudada en los años setenta tras la revuelta de 1969 en el bar Stonewall de Nueva York.

Militancia al ritmo techno

De origen argelino, pero nacionalizado francés, Didier Lestrade es uno de los activistas con más trabajo en pro de las minorías en Europa. Comenzó sus actividades en 1980 como reportero de la revista Gaie Presse y posteriormente fundó la mítica Gai Pied. En 1989 inició su gestión al frente de la organización Act Up París, con la que revolucionó la militancia en la lucha contra el sida. También es reconocida su labor como promotor de la cultura techno en Francia, de la que fue protagonista, al ser uno de los primeros en redactar crónicas y críticas del género en medios como Libération y Rolling Stone. Como escritor ha publicado los libros Act Up. Une histoire, Kinsey 6 : Journal des années 80, The End, Cheikh. Journal de campagne, Chroniques du dance floor y Pourquoi les gays sont passés à droite.

Omar Gómez

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