lunes, 16 de enero de 2012

¡DIOS SALVE A MEMO I!

Los ingleses dicen ¡Dios salve a la reina!, pero los sonorenses no tenemos reina, tenemos a Guillermo Padrés, su majestad Memo I. Tal vez, como las monarquías europeas, el nuevo reino de Sonora se convierta en la sensación de las revistas del corazón, y hasta en una pingüe veta para la afligida industria turística. ¡Vengan a conocer a Memo I! ¡Conozca Ud. El palacio de la Tortilla Sobaquera! ¡Venga y vea al Príncipe de la Machaca, al Marqués de la Carne Asada, al Duque del Corico !!

Su alteza real, Memo I, desconoció en primer lugar al poder judicial. Cuando los jueces ordenaron detener la obra del acueducto del Novillo (para el lector no sonorense debe aclararse que con esa obra se pretende trasvasar agua de la cuenca del rio Yaqui, en el sur, para destinarla al centro del estado; a esa obra se han opuesto amplios sectores sociales del sur, que se sienten afectados) el rey Guillermo desconoció esos ordenamientos judiciales. Los jueces han reiterado una y otra vez la orden para que se detenga la obra “del sexenio”; y hasta hay quienes han acusado a Su Majestad de desacato, pero se equivocan. “La ley soy yo, y mi obra sigue”, en los hechos, así ha contestado Memo I.

Cuando los sonorenses fuimos a las urnas, pensábamos que elegiríamos gobernador. No sabíamos que estábamos nombrando rey. También elegimos diputados que, suponíamos, formaban otro poder republicano. La legislatura nombrada junto con el rey tiene un defecto muy grande: el partido de Memo I no tiene mayoría. Ese defecto nos trae ahora el grave problema de que, para el año que corre, 2012, no se ha podido aprobar presupuesto de gasto ni ley de ingresos que sean del agrado de Su Alteza. Pero ese problema tiene solución: basta que Memo I desconozca al Congreso.

Todo porque el Congreso (“un grupúsculo que quiere secuestrar a Sonora”) no le aprueba la Tenencia, el impuesto que ya nos cobran, copeteado, diría Fox, en la gasolina. La monarquía tiene muchos gastos. Hay que alimentar nuevos condes y duques, disfrazados como ministros de dependencias que surgen de la nada, como hongos. Por eso, desde el Gran Castillo de la Coyota de Piloncillo, Su Alteza ha decretado que no necesita presupuesto ni ley de ingreso. El presupuesto soy yo, y háganle como quieran. ¡La Tenencia soy yo!

El problemilla de Memo I con el grupúsculo que se siente Congreso ya arrojó sus primeros damnificados. El más relevante de ellos es Héctor Larios, el Gran Chambelán del castillo de la Coyota (el nombramiento de Secretario de Gobierno era para despistar) ha tenido que dejar el cargo. Va en busca del fuero de senador plurinominal, que necesitará cuando en instancias más elevadas del Poder Judicial le hagan saber a Su Majestad de la fragilidad de su reino de jamoncillo. Para entonces, el Gran Chambelán, Héctor Larios, investido de fuero, estará en condiciones de pagar, sin pagar, los platos rotos de la vajilla real.

Martín Vélez

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